Hacer de una planta un bonsái

Si te gusta ver exposiciones de bonsáis, o admirar imágenes que encuentras en revistas, internet, etc. seguro que te quedas maravillado con los ejemplares que hay de bonsáis (a lo mejor también sufren de photoshop como las personas) pero al menos sabes que se pueden conseguir con casi cualquier planta.

Por ejemplo, con un almendro podrías conseguir tener un bonsái. El problema aquí no es el hecho de cómo hacer que engorde o cómo lograr que quede de una forma o de otra sino la paciencia que habría que tener. Si tienes un almendro pequeño lo primero es sacarlo de la tierra y plantarlo en una maceta, no una de bonsái sino una normal. Ahora mismo lo que querrías es que el tronco se hiciera más grueso, por eso mismo necesitas que las raíces crezcan.

Así mismo, con el paso del tiempo la planta crecerá pero quizás no lo suficiente para engordar mucho el tronco. Ahí es cuando entra en juego una técnica que puede ser peligrosa si no se hace bien. Se trata de trasplantar la planta pero cortando un tercio de las raíces, siempre dejando intacta la raíz madre (la reconocerás porque es la raíz más gruesa que tiene la planta).

Si cortas un poco el resto el árbol debe reaccionar engordando más (lo digo por experiencia). Pero también es un arma de doble filo porque hay plantas que no lo toleran y se acaban muriendo.

Plantas para convertir en bonsái hay muchas (hasta los arbustos como el rododendro, galán de noche, etc.), solo hay que dedicarles un poco de tiempo y ser paciente. Por ejemplo, yo tengo una con 8 años y aún no he terminado de darle forma, he de cortarle raíces, hacer que el tronco engorde más y recortar sus hojas para que nazcan más pequeñas. Todo eso equivale a un trabajo largo de al menos unos 20 años. Pero siendo paciente, vas viendo la evolución hasta obtener un ejemplar del que sentirte orgulloso porque lo has hecho tú desde el inicio.