Es posible que alguna que otra vez, en tu jardín o huerto, te encuentres con un indeseable inquilino, un topo. Los topos son malísimos con las plantas porque se las comen, las rompen y hacen que no se pueda tener nada en ellos por lo que al final acabas intentando atrapar al topo antes que en mantener el jardín.
Los topos ya sabemos que tienen una vista pésima pero a cambio tienen muy buen olfato y oído. Por eso, si alteramos uno de esos sentidos, acabará marchándose, o al menos eso esperamos.
Para ello hacemos una veleta que gire sobre sí misma pero que esté desequilibrada de modo que al girar haga ruido. Si la clavamos en la tierra el sonido, que se extenderá unos diez metros, ahuyentará al topo.