Dentro de unos días los árboles de Navidad que se han comprado, al menos la gran mayoría, acabará en la basura porque se han secado o ya no sirven. Eso hace que muchos vean el desembolso de dinero por el árbol como una pérdida pero, en realidad, siempre podemos intentar salvarlo de algún modo.
A la hora de comprarlo, no es tan importante la parte visible (ramas) como la que no se ve (raíces). Si se ha cortado bien, las raíces estarán intactas y eso hará que el árbol pueda sobrevivir, quizás al principio pensando que se está muriendo, pero después renaciendo sin mucho problema.
Cuando se compra, lo primero es ponerlo en una maceta más grande con tierra y dejando que el agua penetre por las raíces para nutrirlas (más que nada porque es posible que hay sufrido sequedad).
Por supuesto, puedes usarlo para decorarlo y ponerlo en el lugar que más te guste de la casa. Solo has de regarlo de vez en cuando un poco. Como recomendación, lo mejor es alejarlo de las zonas de radiadores o calor porque es una planta que gusta más del aire fresco que el calor (una de las consecuencias que no sobreviva si se pone al lado de un radiador).
Cuando las navidades acaban has de sacarlo al patio pero poco a poco; un cambio brusco de temperatura también le puede afectar. Puedes sacarlo pero protegiéndolo del fresco unos días (por ejemplo poniéndolo en una esquina donde no le de el viento). Y después puedes ponerlo donde quieras.
No te preocupes si ves que el árbol se marchita, mientras el tronco, al rasparlo un poco, salga verde, quiere decir que la planta está viva. Yo no suelo podarlo hasta finales de febrero o principios de marzo por si hubiera heladas que afectaran a sus brotes.
Con algo de suerte seguro que logras salvarlo y poder usarlo como árbol de Navidad al año siguiente.