Los fungicidas se emplean con las plantas para evitar que los hongos se desarrollen en ellas, lo que podría acabar provocando la muerte de la planta, no obstante, es importante aplicar los fungicidas en su cantidad justa, ya que un exceso podría ser mortal para la planta.
Existen principalmente dos tipos de fungicidas, los protectores que se aplican cuando la planta aún no ha sido atacada por ningún hongo y los erradicadores, que por el contrario, se aplica cuando la planta ya ha sido atacada.
Cuando compremos un fungicida es importante saber a qué tipo de hongo nos vamos a enfrentar, si lo que queremos es proteger a la planta, informarnos sobre las plagas más habituales es vital, mientras que si la planta ya ha sido atacada, reconocer el tipo de hongo es también fundamental. No todos los fungicidas son iguales y no todos están destinados a combatir el mismo tipo de hongo, así que debemos “hacer los deberes” si estamos tratando con una planta que no conocemos en profundidad.
Por otro lado, también debemos tener en cuenta cual es el mejor tipo de fungicida según su aplicación ya que los hay para usar en revestimientos de semillas, para aplicar directamente sobre el suelo o para aplicar sobre las plantas.