Los bulbos son el órgano de las plantas bulbosas donde éstas guardan sus nutrientes de reserva para resistir durante las épocas estacionales que les son adversas.
Los bulbos son capaces de hibernar y reiniciar su actividad en las estaciones adecuadas para su desarrollo. Todos ellos permanecen bajo tierra de forma latente hasta el momento en que brotan de nuevo y llevan a cabo su floración, que suele ser muy atractiva.
Existen plantas con bulbos de primavera que se desarrollan en esta época y otras con bulbos que lo hacen en otoño. Todos ellos pueden plantarse tanto en interior como en exterior, y los bulbos sanos, pueden guardarse y replantarse durante varias temporadas.
Los bulbos de primavera:
Se plantan en ésta estación y florecerán a finales de verano y otoño. Se trata de órganos muy sensibles al frío, que aguantan mal las heladas, por lo que solo progresan una vez retirado el invierno.
Gladiolos, begonias, dalias, azucenas, calas, nardos, dondiego, amarilis, Gloxinias, etc. Son algunos ejemplos de bulbos de primavera.
Los bulbos de otoño:
Tienen su ciclo de floración en primavera y al principio del verano. Se plantan desde finales de septiembre hasta finales de noviembre, y en cualquiera de los casos, las plantaciones se pueden escalonar para intercalar las floraciones entre unas plantas y otras.
Anémonas, tulipanes, todas las variantes de Allium, Ciclamen, narcisos, jacintos, fresias, crocus, corona imperial o ranúnculos.
Todas las plantas bulbosas tienen una floración rápida, con multitud de variedades y colores. Pueden plantarse en jardines y también en macetas, muy decorativas.
Si no queremos recoger los bulbos, seleccionaros y dejarlos hibernar fuera de la tierra, también podemos que dejen su proceso natural, dejando que el tallo y las hojas se sequen totalmente, pues solo así el tallo podrá absorber las reservas que le mantendrán vivo hasta la próxima floración.