La sarracenia es una planta carnívora original de Norteamérica, que pertenece a la familia de las Sarraceniaceae y que cuenta con una decena de especies y otras tantas subespecies.
Se trata de una planta que puede cultivarse muy bien en maceta, pero también en terrario de cristal, para disfrutar mejor de su visibilidad.
La sarracenia cuenta con tallos en forma de flor, que han evolucionado para cumplir con su función: cazar insectos con los que alimentarse. La planta está formada por hojas en forma de vaso, que crecen de un rizoma subterráneo, en cuyo interior se recoge el néctar que atrae a las presas.
Es una especie herbácea y perenne. Sus tubos verticales pueden alcanzar un tamaño considerable, formando una campana cuya parte superior cuenta con una especie de labio enrollado que segrega el néctar y los olores.
Toda la planta es una trampa en cuanto a olor y color. Cuando los insectos se introducen en el tubo, atraídos por el néctar, quedan atontados por las sustancias estupefacientes que la planta combina con el jugo. En el interior del tuvo, la superficie cerosa es muy resbaladiza, por lo que suelen caer hasta el fondo, de donde les es imposible retornar. Allí, unos finos filamentos realizan la función de digerir a las presas.
La sarracenia florece en primavera. Las flores aparecen por encima de las trompetas, sujetadas por unos tallos finos y altos. Durante el invierno, la planta hiberna y las cabezas de sus tallos se secan. Aun así, hay que regarla de vez en cuando para que no muera.
Es una planta bastante fuerte, aguantando temperaturas que van desde los diez grados bajo cero a los treinta. Los riegos deben ser abundantes, con la tierra siempre húmeda y necesita mucha luz y sol. La exposición al sol hará que la corona de la campana adquiera tonalidades rojizas.
Otra cosa a tener muy en cuenta es que las sarracenias no toleran la cal, por lo que hay que regarlas con agua de lluvia o agua destilada.