Dentro de la gran cantidad de plagas a las que pueden estar expuestas las plantas, nos encontramos con el pulgón. Se trata de una plaga bastante frecuente, tanto en plantas de exterior como de interior y a la que hay que prestar especial atención para detenerla cuanto antes.
Pulgón, una amenaza constante
El pulgón debilita las plantas dado que tiene la capacidad de absorber su savia, pero no solo eso sino que también puede contagiar enfermedades e incluso atraer a otras plagas, haciendo que sea algo que hay que controlar y erradicar desde el momento de su detección.
Es una plaga muy extendida que ataca a una gran variedad de especies vegetales. Suele ser bastante común en campos y jardines. Si no se erradica, puede llegar a formar ingentes colonias que podrían acabar con todas las plantas de un jardín.
Normalmente, las especies vegetales donde más fácil es encontrar a este molesto inquilino son los árboles frutales, coníferas, chopos y rosales, aunque también pueden presentarse en cualquier clase de huerta.
Cuando detectemos el pulgón, es necesario ponerse manos a la obra para acabar con ello. Por eso es necesario contar con la ayuda de un profesional que nos recomiende los productos a utilizar para acabar con el pulgón. Por otro lado, también se pueden utilizar aliados especiales como las crisopas o las mariquitas, las cuales se alimentan de pulgones y no hacen daño a nuestras plantas.
Daños que provoca el pulgón
El pulgón absorbe la savia mediante un pico que clava en cada planta. Esta absorción provoca que el tejido se destruya y tanto las hojas como brotes nuevos se deformen. Además la planta continúa su desarrollo muy débil y también puede llegar a reducir notablemente su floración.
Además si han absorbido la savia de una planta enferma, pueden transmitirla a otra planta sana. Es por este motivo una doble amenaza que hay que mantener a raya desde el primer momento.
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