Seguro que alguna vez habéis visto esas coníferas que suelen decorar los jardines de muchas casas de la playa, cuyo follaje está compuesto por una especie de rabos verdes y afilados, formados por pequeñas hojillas espinosas.
Se trata de una Araucaria, una conífera de la familia de las Araucariaceae, originaria de América meridional y Oceanía. De hecho, es conocido como Pino de Norfolk, ya que su procedencia parece corresponder a la isla de Norfolk en Australia, desde donde se propaga al resto de regiones.
Se trata de un árbol de origen mesozoico, que puede alcanzar los 70 metros de altura, con forma cónica y hoja perenne. Su tronco es de color marrón grisáceo y su follaje verde oscuro. Lo más curioso de su morfología son sus hojas, que se superponen como pequeñas agujas más o menos afiladas según la especie, formando largos vástagos que se disponen a lo largo de las ramas.
Florece y puede ser una planta masculina o femenina. Produce frutos son similares a las piñas, compuestos por escamas donde se recogen las semillas o piñones.
Su clima habitual es el tropical, pudiendo adaptarse perfectamente al clima mediterráneo, llegando a suportar temperaturas de hasta 5 grados bajo cero.
Puede cultivarse tanto en exteriores como en interior, en este último caso en macetas y durante sus primeros años, ya que su crecimiento es muy lento. De hecho, no suele florecer hasta que la planta no cumple veinte años.
Necesitan mucha luz y temperaturas cálidas. Los riegos han de ser moderados, sobre todo en lugares de clima tropical, donde existe más humedad.
Se puede multiplicar tanto por semillas como por esqueje.
Respecto a plagas y enfermedades es bastante resistente, pudiendo ser atacada por la cochinilla, como ocurre con otras coníferas.