Ya sabes que, de vez en cuando, me gusta traerte jardines del mundo y hoy me traslado hasta Italia para hacerlo, concretamente a Ninfa, un ciudad medieval desconocida para muchos a unos 65 kilómetros de Roma. Es una ciudad que destaca por la belleza que tiene pero, también por los jardines que lo dotan de una magia y fantasía digna de cualquier historia fantástica.
Los jardines formaban parte de la ciudad de un pueblo romano que cayó en decadencia y, hoy día, debido a los propietarios, podemos disfrutar de él. Eso sí, hay que reservar con tiempo porque solo abre el primer fin de semana y el tercer domingo del mes y no permite la entrada si no es con guía y en grupos.
En el jardín te puedes encontrar con muchas plantas y especies de todas partes del mundo adaptándose al clima y terreno en cuestión de semanas (es como si todo se adaptara a lo que hubiera en él).
De la antigua ciudad de Ninfa te puedo decir, sobre su decadencia, que fue debido a las guerras de poder entre las familias que querían tenerla en titularidad. De hecho, la ciudad fue arrasada por completo en 1320 y no fue hasta 1920 que volvió a resurgir quedando durante ese periodo solo las ruinas y perdiéndose en el tiempo (de hecho no muchos sabían de la existencia de este lugar y si preguntas ahora tampoco habrá muchos que te sepan decir de qué ciudad hablas).
Se conservan muchos restos del castillo y algunas casas que allí había en esa época fusionadas con la vegetación ahora y haciéndola una tierra más mágica si cabe, no solo ya por su nombre, sino porque caminar por allí es como si entraras en otro mundo.