El Madroño es un arbusto de hoja perenne que durante estos meses de otoño, destaca por el colorido de sus globosos frutos rojos.
Pertenece a la familia de las Ericaceae y es propio de las regiones mediterráneas y del Oeste de Europa.
Con ayuda de una poda adecuada, el madroño suele transformarse en un árbol que puede alcanzar alturas considerables y es muy empleado como arbusto decorativo en jardinería.
Su tronco es leñoso y de color rojizo, cubierto por una corteza grisácea del que parten abundantes ramas cubiertas de follaje. Las hojas son verdes, lanceoladas y serradas, parecidas a las del laurel.
En otoño florece en ramilletes de pequeñas florecillas acampanadas de color blanco o rosado que en ocasiones, aparece junto al fruto, una baya roja comestible. Cuando está en su correcto punto de maduración es dulce, aunque sus azúcares se transforman en alcohol, por lo que suele utilizarse para fabricar licores.
El madroño se desarrolla bien en zonas templadas y soleadas y no soporta bien las heladas ni los trasplantes. Prefiere suelos húmedos, aunque aguanta las sequías.
Son resistentes a las plagas, aunque suelen afectarles más los hongos.
La poda se realiza en primavera y durante la misma, se eliminan las ramas más débiles o las que no sobran si queremos darle forma de árbol.
La baya del madroño es muy rica en antioxidantes y aporta grandes beneficios contra los problemas cardiovasculares y nos protegen de ellos, pero no conviene abusar de su consumo crudo porque pueden llegar a emborrachar.
El madroño es el árbol que aparece en el escudo de Madrid.
Su madera, densa y elástica, es empleada en trabajos de ebanistería o para fabricar palos de herramientas, postes o leña.