El calamondín (Citrofortunella microcarpa) es un pequeño arbolito originario de China y Filipinas, conocido como naranjo chino o naranjo enano.
Pertenece a la familia de las rutáceas y se le suele dar un uso decorativo, ya que pueden conseguirse ejemplares de pequeño tamaño o incluso bonsáis y sus frutos apenas alcanzan el tamaño de una nuez.
El calamondín tiene un tronco recto, que en jardín o huerto puede alcanzar los dos metros de altura, llegando incluso a los cuatro metros si sumamos la altura de la copa, aunque su tamaño es considerablemente menor si se cultiva en maceta.
Su copa es densa y redonda, formada por hojas ovaladas, de entre tres y ocho centímetros y color verde oscuro. Sus flores son pequeñas y de color blanco, con cinco pétalos y un agradable perfume a azahar.
Los frutos son redondos, de color naranja brillante que no llegan a superar los 4 centímetros de diámetro. Son comestibles y ligeramente ácidos, aunque se suelen conservar en el árbol por su valor ornamental y porque duran mucho tiempo en la rama.
El calamondín necesita mucha luz, si es posible directa del sol y riegos regulares, sobre todo en verano y en otoño, que es cuando fructifica. Durante esta época es necesario añadirle un fertilizante rico en nutrientes. Es resistente al frío, aunque hay que protegerlo de las heladas fuertes.
Se reproducen por semillas o esquejes y hay que protegerlos de la mosca de la fruta, pulgones, arañas rojas y cochinillas.
Hay que evitar los riegos con agua demasiado rica en cal, por lo que es mejor hacerlo con agua de lluvia para evitar que se vea afectada por la clorosis.