El olor de las plantas puede protegerlas de los ataques de patógenos.
Hasta ahora, se había relacionado el olor de las plantas con la función reproductora. En la mayoría de plantas el olor es una agradable fragancia que sirve para atraer a los insectos.
Éstos ayudan a polinizar a plantas de diferente sexo fecundándolas para que se formen las semillas. Otras plantas desprenden olores nauseabundos para atraer a los carroñeros, con el fin de que diseminen sus semillas a través de las heces.
Sin embargo, las plantas también son capaces de generar olor para protegerse. Las hojas cuentan con pequeños orificios llamados estomas, por donde la planta realiza su transferencia de gases.
Por estas estomas segregan sustancias volátiles que desprenden olores, pero también son la puerta de entrada de los patógenos. Sin embargo, cuando la planta segrega olor las estomas permanecen más tiempo cerradas evitando posibles ataques.
Otras veces, el aroma es utilizado para atraer selectivamente a determinados insectos. Así, una planta infectada por pulgones, por ejemplo, podría atraer a otros insectos que se alimentan de éstos.
Además, se ha comprobado que las plantas son capaces de utilizar su propio aroma para comunicarse. De este modo, cuando son atacadas, son capaces de segregar volátiles que avisan a las plantas cercanas del peligro. Así consiguen prevenirlas para que activen el cierre estomático y eviten el contagio.