Qué son los jardines verticales

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La demanda de instalación de está aumentando en los últimos años a causa de la incipiente tendencia por parte de diversos colectivos por lo natural y por potenciar el medioambiente.

Pero, ¿qué son los jardines verticales?

A diferencia de un jardín común o tradicional, que se trabaja y desarrolla sobre una superficie horizontal, este tipo de jardinería se elabora sobre una estructura especial situada de forma vertical, generalmente en edificios, aunque también en cubiertas, muros y fachadas.

Los jardines verticales se pueden desarrollar tanto en zonas de interior como de exterior, siendo generalmente más comunes estas últimas, ya que lo que se suele buscar es mostrar y potenciar la naturaleza de cara al exterior, principalmente en las ciudades, con el fin de aprovechar y a la vez contrarrestar el gran crecimiento inmobiliario que hemos ido teniendo en las últimas décadas. De esta forma, se utilizan los edificios como parte del soporte de este tipo de jardines consiguiendo generar zonas y espacios verdes de forma vertical, rompiendo así la monotonía de ladrillo y cemento.

Pero ya no es sólo una cuestión estética. Los beneficios que se extraen de hacer jardines verticales son enormes, siendo los principales la reducción del efecto isla de calor, la eliminación anual de hasta 40 toneladas de gases nocivos y la producción de oxígeno para las personas.

Todos sabemos el gran nivel de contaminación que se está generando, sobre todo, en los principales núcleos urbanos de las grandes urbes, por lo que la instalación de este tipo de jardines que aprovechan los elementos ya construidos, supone una inyección de salud, tanto para el cuerpo, como para la vista.

 

La importancia del sistema empleado en la construcción

Para garantizar la supervivencia de los jardines verticales, es imprescindible utilizar un sistema específico para ello, denominado sistema f+p, el cual garantiza la durabilidad de este tipo de proyectos.

La clave del éxito reside en trabajar este tipo de proyectos como un ecosistema y no como un simple jardín. Esto supone tener amplios conocimientos de jardinería, biología, ingeniería, botánica e hidroponía, y entender cómo interactúan los diferentes agentes principales como hongos, bacterias y plantas.

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