Al jardín japonés se lo conoce como «Jardín Zen» y la base o principio del mismo es el respeto a la naturaleza. Cada elemento del paisaje del jardín pertenece al yin y yan cada uno representa un polo sexual- y justamente el equilibrio de ambos es lo que constituye el paisaje ideal.
Debido a que la naturaleza es un ideal nunca se debe crear algo que ella no pueda hacer por sus propios medios; un ejemplo podría ser un estanque cuadrado, ya que nunca habrá uno creado por la naturaleza. Los elementos o componentes básicos del jardín japonés son la arena, las rocas, las piedras, el agua o la grava.
Las rocas son uno de los elementos fundamentales y poseen una gran fuerza simbólica por lo que deben ser elegidas con cierto cuidado. Son ideales aquellas que poseen formas artísticas.
El agua en un jardín basado en este estilo debe dar la sensación de que brota o emana de la vegetación. Un surco de agua que simula el recorrido de un río trae el sentimiento de valle. Las cascadas son un elemento muy característico también debido a que introducen el sonido y el movimiento en el diseño del jardín. No es aconsejable que la misma se logre ver en su totalidad desde ningún punto del jardín.
Respecto a las plantas y flores, estas no deben abundar en el jardín, sino más bien dar un toque de distinción al mismo para evitar desviar la atracción visual.
Los puentes que se relacionan con el agua- son otro de los elementos que conforman un foco de interés en el jardín japonés, al igual que las islas.
También existen los jardines secos, los cuales sustituyen el agua por la grava, marcando en la misma formas naturales.