La asociación de cultivos es una práctica que conocen bien los horticultores veteranos o aquellos con conocimientos en horticultura.
Las plantas de huerto pueden asociarse o ser menos compatibles en el terreno. En este sentido, es interesante conocer cuáles se complementan para obtener cosechas más eficientes.
Uno de los consejos más prácticos es plantar en el mismo surco cultivos que tengan un ritmo de desarrollo diferente. Por ejemplo, las de cultivo rápido con las de cultivo lento, así se dosifican la cantidad de nutrientes que necesitan. También es conveniente alternar este tipo de plantas sobre el terreno para ayudar a que el sustrato se regenere.
Otro consejo es plantar sobre el terreno cultivos de diferentes familias. Esto quiere decir que tendremos que alternar las leguminosas con hortalizas, liliáceas, gramíneas, etc.
Utiliza las plantas con flor por su capacidad polinizadora o las aromáticas para combatir las plagas.
A continuación, te damos algunos ejemplos de asociación de cultivos con las plantas de huerto más habituales:
Plantas con diferente velocidad de cultivo. Lechugas, acelgas, espinacas, rábanos, guisantes, con calabacines, coles y brócolis.
Plantas de cultivo exigente (mayores nutrientes) con plantas poco exigentes (menos nutrientes). Patatas, maíz calabazas, con zanahorias, cebollas, puerros.
Cultivos de familias diferentes. No juntar calabazas, calabacines, pepinos y melones. Tampoco leguminosas: habichuelas, guisantes, habas, lentejas, etc. Separar las solanáceas: tomates, pimientos o berenjenas.
Rotación de cultivos. Alternar siembras de plantas de cultivo exigente con las leguminosas, que aportan nitrógeno al sustrato.
Plantar plantas con flor en el acolchado de los frutales o cerca de estos, para mejorar su producción.
Las plantas aromáticas como albahaca o la lavanda, o el crisantemo, pueden ayudar a evitar plagas de pulgones y orugas.