La Aquilegia Formosa es una planta originaria de América del Norte, de la familia de las Racununculáceas.
Es una planta silvestre que suele crecer en bosques de robles, encinas y coníferas y que produce unas flores de gran belleza. Su nombre, proviene del latín Aquila, porque la forma de sus flores recuerda a las garras de esta señorial ave. Es por ello que también se la conoce como Aguileña.
Crecen a partir de un rizoma, desde el cual, brotan los tallos, finos y flexibles, que pueden alcanzar los 80 centímetros de altura. Las hojas tienen forma triangular, de color verde intenso y bordes aserrados.
Sus flores son pendulares, muy atractivas y originales, formadas por cinco sépalos de color rojo fuego y cinco pétalos largos de color amarillo anaranjado, que han desarrollado nectarios tubulares, como espolones, en cuyo interior guardan el polen. Estos nectarios son polinizados por los colibríes, la especie de pájaros más pequeña del mundo.
La Aquilegia se desarrollan en suelos arenosos y ácidos, pero siempre bien drenados, puesto que no tolera los encharcamientos. Necesita estar bien iluminada, por lo que crece adecuadamente en zonas de semisombra, pero prefiere el pleno sol, dado a que crecen en regiones muy frías de alta montaña, que soportan heladas importantes.
Pueden verse afectadas por hongos o plagas de pulgones y cochinilla algodonosa.
