El Ciprés es un árbol que pertenece a la familia de las Cupresáceas, su nombre común o vulgar es Ciprés común y su nombre científico es Cupressus sempervirens. Cupressus, según algunos autores deriva de Cyprus (Chipre), donde es nativo y crece silvestre, mientras que Sempervirens, significa siempreverde.
Si bien su origen no está del todo claro, debido a que fue un árbol muy cultivado desde la antigüedad, se supone que es nativo del Mediterráneo oriental y habita por toda la región mediterránea.
El Ciprés es una conífera de hoja perenne, de porte columnar o extendido, que puede llegar a alcanzar los 30 metros de altura. Este árbol puede llegar a vivir más de 500 años.
Posee una corteza delgada con grietas verticales de color grisáceo. Las ramas crecen de forma vertical y son cilíndricas, con espesor de alrededor de 1 mm.
Sus hojas son de color verde oscuro, muy pequeñas, delgadas, aplanadas, con forma de escama (escuamiformes), opuestas, solapadas alrededor del tallo. Las mismas van formando las ramillas características de los cipreses.
En cuanto a sus flores, el Ciprés posee flores masculinas y femeninas: las primeras son de color amarillo, alargadas, claviformes, y se distribuyen de manera individual; mientras que las femeninas son de color verde, globulares (en forma de globo), de muy reducido tamaño, y aparecen dispuestas en pequeñas inflorescencias. Los frutos se llaman gálbulas y tienen forma esférica; tardan dos años en madurar.
Este árbol necesita luminosidad; resiste muy bien las altas temperaturas, pero no tolera las bajas temperaturas (menor a los 10º bajo cero). Prefiere los suelos frescos y ricos y su multiplicación se produce por semillas o por injerto.