Todas las plantas necesitan agua, pero el agua debe ser controlada para evitar regar de más y controlar que las raíces puedan pudrirse o quedarse cortos y que la planta no reciba suficiente agua. Otro aspecto muy importante que hay que tener en cuenta es la calidad del agua, por lo que hay que procurar proporcionarles agua de calidad.
El agua no es igual en todos lados y algunas tienen más elementos minerales o tóxicos como cal y cloro, lo que resulta peligroso para las propias plantas. En este caso, las plantas reaccionan negativamente ante esta clase de agua. Es importante rebajar la cal del agua con algún producto específico o dejarla reposar para que el cloro se evapore, aunque también se puede regar con agua de lluvia.
Rebajar la cal del agua de riego
El agua del grifo es la que más se utiliza tanto para regar las plantas de interior como de exterior. Es el agua más accesible para todos y lo más económico, pero en la gran mayoría cuenta con cal y cloro. La cal y el cloro son elementos que perjudican el correcto crecimiento de las plantas.
Si se riega de forma continuada con esta clase de agua. A largo plazo el sustrato se va alcalinizando, lo que hará que la planta no pueda recibir los nutrientes necesarios.
Regadoras especiales y agua de lluvia
En este caso se pueden adquirir regadoras especiales, las cuales cuentan con cartuchos que filtran el agua de riego. Ayudan a reducir su dureza, separando la cal y el cloro y todas aquellas sustancias nocivas para las plantas.
El agua de lluvia es mejor que la que se consigue del grifo que todo el mundo tiene en casa. El motivo es porque es agua que no está tratada con cloro ni tiene cal. Lo mejor es recogerla fuera de las ciudades o en aquellas zonas que no tengan contaminación. De lo contrario podrían tener sustancias contaminantes y negativas para las plantas.